Recuerdo los tiempos en qué, por el bien del Barça, el presidente Núñez y el entrenador Cruyff sintonizaban a la hora de fijar un límite salarial para cada jugador. El criterio estaba claro, consensuado y pensado por el bien del club, deportivo y económico. Tras el festín de Laporta, que entró prometiendo recortar sueldos de jugadores y acabó haciendo multimillonarios en euros a todos los que pasaron por su despacho, una de las tareas más difíciles para Rosell y sus hombres es intentar poner las cosas en su medida. El precio justo. En este sentido, me preocuparía que Bartomeu, Zubizarreta y Guardiola no trabajasen al unísono para saber hasta cuando puede llegar a ganar Sergio Busquets o Dani Alves. Pero, por suerte, no es el caso. Cuando el Barça le hace una oferta a Alves, es firme. A partir de ahí puede aceptar modificaciones en la forma de pago, puede ser flexible en los períodos y condescendiente con los flecos, pero directiva, secretaría técnica y entrenador han valorado lo que aporta y lo que significa el jugador para el equipo y, en función de eso, hacen la mejor oferta posible para satisfacer al jugador. No hay, ni ha habido, segundas ofertas. Es lo que hay, lo toma o lo deja y así el club vuelve a tener la paella por el mango y puede contener el gasto.
Me preocuparía que a Dani Alves –pieza clave en todos los éxitos de Guardiola pasados y futuros- se le terminase el contrato este verano. Teniéndole atado una temporada y media más estoy muy tranquilo y no entiendo las prisas mediáticas para renovar al jugador. Con tanta presión sólo le estamos haciendo el juego a su representante que, legítimamente, quiere muñir la vaca hasta el límite. Y, de paso, le estamos dando al jugador una imagen de pesetero que el gran lateral no merece. Me preocuparía también que el Barça pretendiera hacer negocio con la venta de Alves el próximo verano, pero tampoco es el caso. Guardiola le quiere jugando hasta, como mínimo, el fin de su contrato y así lo sabe el jugador. Alves, si tiene la tentación de presentarse en junio con una oferta debajo del brazo, debe saber –y lo sabe- que el club no le venderá. A ningún precio. El Barça le ofrece, eso sí, ampliar su contrato y, como publicó MD, renovarle ya para poder pagarle esta misma temporada y la próxima un sueldazo acorde con lo que ganan campeones del mundo como Puyol, Piqué o Valdés. El brasileño y su representante Macanás pueden alargar el culebrón cuando deseen, pero la mejor oferta es la que ya le ha hecho el Barça, y que no aumentará.
Puesto a preocuparme por cosas, si yo fuese Dani Alves no dormiría tranquilo si viera que el Mundial del 2014 se juega en Brasil, en mi país, y que no estoy en el mejor escaparate del mundo. Y el mejor escaparate futbolístico es el Barça, cien veces mejor que el del City, el segundo equipo de Manchester y, con algo de suerte, el sexto equipo de Inglaterra y el cuarenta de Europa. Por qué ¿qué entrenador de la “seleçao” se fijaría en el lateral de un equipo del montón?