El exvicepresidente Josep Mussons me invitó, el pasado lunes, a comer en la Masía junto a todos los hombres (y Carme Drópez) que han contribuido a hacer de nuestro edificio emblemático la factoría de jugadores más importante del mundo. Compartí, junto a una decena de periodistas, el privilegio de entrar y comer en un sitio sagrado. La conversación en la comida con los Mateu, Huguet, García Meranges giró, como no podía ser de otra forma, entorno al fútbol formativo, al buen hacer de Luis Enrique y el descalabro del Madrid en la Liga. Al final, Mussons pidió un aplauso para Carles Folguera, el director de la Masía que nos habia acogido. Me encantó conocer y saludar al que tantas veces había visto actuar en el Palau tras todas esas protecciones de un portero de hoquei que le hacen irreconocible. Al tenerlo delante, me corté. Tenía un capricho y no osé pédirselo. Me hubiera encantado conocer a quién, a sus 15 años recién cumplidos, ya es mí ídolo. Estoy enganchado a Barçatv para verle jugar sus partidos. Se trata del capitán del cadete B, el camerunés Lionel Enguene. No hay fin de semana que no intente saber a qué hora dan el partido para verle en acción. Es un futbolista distinto a los mediocentros que suelen salir de la cantera. Se trata de un centrocampista de pura escuela Barça, sí, pero que posee además un talento natural que le hacen singular. Puede jugar de mediocentro pero a mí me gusta más todavía cuando Artigas le permite irse unos metros más adelante. Enguene aglutina muchas virtudes: posee la zancada de Touré; más que regatar, arrolla; tiene una visión privilegiada para el pase al espacio y además tiene la precisión en el pie para ejecutarlo en el momento justo. Tiene llegada, tiene gol y tiene una capacidad de liderazgo insólita para su juventud. Que llegue o no al primer equipo parece, por ahora, que sólo depende de él. Si la suerte y las lesiones le respetan y su mantiene esa ambición y esas ganas que demuestra en el campo, está claro que se podrá ganar muy bien la vida jugando a fútbol. Llegar a ser como el otro Lionel es muy difícil, pero el nombre ya lo tiene y su historia ha empezado, en la Masía, de un modo muy parecido al de Messi. Claro que puedo equivocarme. Jamás pensé, cuando les veía en el Miniestadi, que Puyol llegaría al primer equipo ni que Sergi triunfaría. Aposté, en cambio, por Jordi Cruyff o por Babangida. Acerté con Valdés y con Messi, que era un genio, su diminuta figura me generaba alguna duda. Con este joven camerunés, si sigue así, tengo muy pocas. Lionel Enguene, recuerden su nombre.